¿Por qué algunos nativos de las cabilas del protectorado español en
Marruecos apoyaron de una forma clara el levantamiento militar contra de la
República?
لماذا دعم
بعض
سكان
المحمية
الإسبانية
في
المغرب
بوضوح
الانتفاضة
العسكرية
ضد
الجمهورية؟
Antes de entrar en el fondo de la
cuestión que nos plantea la pregunta, debemos empezar por dejar claros algunos
puntos, ya que como podremos ver nos vamos encontrar ante una cuestión que
tiene muchos ángulos que inciden en su análisis y condicionan la respuesta.
Lo primero es que debe quedar
claro que la guerra civil fue la consecuencia del fracaso de un golpe de estado
contra el gobierno legítimo de la República. Algunos lo denominarán como sublevación,
asonada o levantamiento militar, pero realmente se trataba de un golpe de
estado, una forma muy habitual de cambiar el sistema de gobierno durante el
siglo XIX y principios del XX en España, un golpe de estado orquestado por la
cúpula militar africanista y tradicionalista. Codo con codo con estos militares
estaban la mayoría de los partidos que componían la Confederación Española de
Derechas Autónomas (CEDA), Falange Española de las JONS y Comunión
Tradicionalista “Requetés”, que contaban con la financiación de la banca y las
grandes fortunas españolas, además de la inestimable colaboración de las
potencias Europeas del EJE. Los partidos políticos de las derechas y
monárquicos que dan soporte a los sublevados, tomaron la decisión de que la
única posibilidad de resolver los graves problemas que acucian a España, era a
través del aniquilamiento/destrucción del adversario político/enemigo y elevar
a su máximo exponente el odio ideológico
y el abandono de la dialéctica política, porque no olvidemos que en este
conflicto se enfrentaban “LAS DOS ESPAÑAS”, dos formas de entender la política
y la vida, de una parte encontramos defendiendo valores como la libertad, la
democracia y el laicismo a los colectivos que dan soporte y defienden al
gobierno legítimo y a la República, de la otra parte encontramos a los
sublevados que defienden los valores de las tradiciones más rancias e
inmovilistas de la España más casposa, la uniformidad y la nueva forma de hacer
política que se estaba imponiendo en Europa, los totalitarismos de corte
nacionalista/fascistas, que con la victoria final de los sublevados,
desembocaron en la dictadura de Franco, que como ella misma se definió de
carácter Nacional/catolicismo.
La segunda cuestión, y no menos
importante de las cuestiones que deberíamos tener en cuenta sería la implicación
o no implicación de las potencias europeas y de otros colectivos, que tuvieron
alguna o mucha incidencia en el enfrentamiento fratricida que ambos bandos
llevaron a cabo a lo largo de la Guerra Civil española, para ello vamos a
empezar por analizar a los contendientes y sus aliados, que intervinieron en el
conflicto armado, dejaremos en un segundo término el paraguas de legitimidad
que la Iglesia Católica otorgó a los sublevados al defender los valores
católicos frente a los agnósticos y los ateos. Fueron las potencias del eje,
Alemania e Italia, las que mantuvieron una posición claramente intervencionista
a favor de los sublevados, esa posición la mantuvieron mucho antes de que se
iniciara el conflicto el 17 – 18 de julio de 1936, estas potencias facilitaron
todo tipo de apoyos logísticos y económicos a los sublevados, ya durante el
conflicto además de estos apoyos, aportaron gran cantidad de material militar
moderno y unidades militares completas bien preparadas y adiestradas, los
efectivos que aportaron estas potencias durante el conflicto fueron
aproximadamente de unos 20.000 alemanes y unos 80.000 italianos, a este gran
contingente humano y material, debemos añadir los 8.000 voluntarios portugueses
aportados por la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar. Cuando se inicia el
conflicto bélico el gobierno del Frente Popular se encuentra prácticamente sin
ningún apoyo exterior, ya que las potencias occidentales dan la espalda a la
República, los gobiernos de las potencias occidentales entienden que este
conflicto es únicamente un problema interno de España y que debe ser España
quien lo solucione y como consecuencia acuerdan mantener unas políticas activas
“DE NO INTERVENCIÓN”, aún a sabiendas de que los sublevados sí están recibiendo
una importantísima ayuda por parte de Italia y Alemania, una consecuencia de la
aplicación de estas políticas de no intervención, fue la aparición de un
movimiento romántico de apoyo a la democracia y a la República conocidas “Las
Brigadas Internacionales”. Los brigadistas fueron inicialmente la única ayuda
exterior que recibió el gobierno legítimo, los historiadores no se ponen de
acuerdo en las cifras, pero se estima que el número total de brigadistas estuvo
entre 40.000 y 60.000, pero en lo que todos los historiadores coinciden es que
en ningún momento de la guerra civil la cifra total de brigadistas que
intervinieron en el conflicto, superaría la cifra de 20.000 efectivos. Este
contingente se nutre básicamente de voluntarios franceses, aunque también encontramos
de otras nacionalidades como ingleses, norteamericanos o polacos, hasta un
total de 50 nacionalidades diferentes, coordinar esta amalgama de
nacionalidades y convertirlos en unidades militares efectivas no fue tarea nada
fácil, si a todos estos inconvenientes
añadimos la falta de tiempo que tuvieron los militares fieles al
gobierno, se podría explicar algunos de los problemas que tuvieron estas
unidades. Cuando ya el conflicto estaba más avanzado llegó la única ayuda
importante desde el plano económico y del material militar que recibió el
gobierno de la II República, esta ayuda procede de la URSS, que además aportó
entre 3.000 y 5.000 militares.
La tercera de las cuestiones que no
debemos obviar es la religiosa, aunque en este momento no la vamos a analizar
en profundidad, recordemos que los enfrentamientos entre cristianos y
musulmanes, han sido constantes y muy sangrientos desde hace bastantes siglos,
ya que ambas creencias religiosas se han impuesto a sangre y fuego, con el fin
de afianzar y consolidar sus afanes expansionistas, en los distintos
territorios que controlaban de Europa, África y Asia, ambas confesiones
religiosas entienden la vida desde un punto de vista totalmente excluyente del que
es diferente no solo a nivel religioso, en muchos momentos y lugares se llegó al
exterminio total del contrario. Pero si debemos analizar cuál fue la posición
mantenida por España tras la finalización de la Reconquista, con la caída del
Reino Nazarí de Granada en 1496 hasta el inicio del conflicto armado. Con el
fin de defender el territorio peninsular el Reino de las Españas y el Reino de
Portugal ocuparon una serie de plazas y puntos estratégicos en el norte de
África, para el análisis de este asunto únicamente nos ocuparemos de las plazas
que se encuentran en el territorio marroquí y que posteriormente formaron parte
del Protectorado y de las colonias españolas en África. Melilla fue primera de
estas plazas que ocupó España que se remonta al mismo 1496, en el caso de Ceuta
la ocupación se realizó por el Reino de Portugal y se remonta a 1415, Ceuta y
otras plazas de la zona atlántica de África pasaron a la Corona de España bajo
el reinado de Felipe II. A lo largo de los siglos XV al XIX se producen constantes
enfrentamientos entre las Cabilas o tribus bajo el poder del Sultán de
Marruecos y España por el control de las plazas y los territorios, como
consecuencia de estos enfrentamientos España va realizando una ocupación
efectiva sobre más ciudades y zonas de influencia como Tetuán, Agadir, Tánger o
sobre territorios como el Sahara Occidental, Sidi Ifni o Cabo Juby, además de
un sinfín de islas, islotes y peñones con el fin de garantizarse una defensa
efectiva. En 1860 se firma el Tratado de paz y amistad entre Marruecos y
España, el cual solo garantizó una paz relativa y corta, ya que durante lo que
queda del siglo XIX y principios del XX la debilidad del Sultanato Marroquí va
en aumento, llegando al extremo de tener que solicitar la intervención de las
potencias europeas (Francia, Inglaterra, Alemania y España) para mantener y
restaurar su poder sobre el territorio marroquí, esta dependencia de las
potencias extranjeras obliga finalmente al Sultán a firmar los acuerdos de
protectorado sobre el territorio marroquí. España en un principio no toma parte
de este juego de alianzas, estratégico / coloniales, pero a finales del siglo
XIX tras la I Guerra del Rif (1893-94) y tras la pérdida de las últimas
colonias de ultramar (Cuba y Filipinas - 1898), el espíritu de grandeza del colonialismo
español se encuentre huérfano, es por eso que El Rey Alfonso XIII y sus
gobiernos, tan conservadores como liberales, ven en estos territorios del norte
de Marruecos, una opción perfecta para recobrar el prestigio como potencia
colonizadora y como nación, al mismo tiempo que se rescata el prestigio del
ejército y porque no del propio Rey y de la Constitución, es por ello que en
1904 se firma el Convenio Hispano francés, con el beneplácito de Reino Unido, por
el que se realiza el reparto del territorio Marroquí. Posteriormente en 1906 se
celebra la Conferencia Internacional de Algeciras, entre las grandes potencias
europeas ambos hechos le otorgan la legitimidad necesaria a la ocupación del
territorio por parte de España y apoyan la implantación del Protectorado (1912).
Pero la ocupación efectiva del territorio y la puesta en marcha del
Protectorado no hacen desaparecer el conflicto, de hecho hasta 1927 no se
consigue la total pacificación en el Protectorado.
El último elemento que debemos
tener en cuenta es el de los musulmanes que intervinieron en el conflicto, qué
hechos motivaron la intervención de una gran cantidad de magrebíes básicamente
del Protectorado, los denominados moros, qué motivó que este colectivo
interviniera en un conflicto de ámbito nacional. Este conflicto también
contenía todos los ingredientes de una confrontación internacional, ya que se
ensayaron, aunque a pequeña escala, algunas de las tácticas de las que se utilizaran
en el futuro gran conflicto mundial. Este contingente humano tomó partido por
uno de los bandos y pasó a formar parte del denominado Ejército de África,
compuesto por unos 75.000 efectivos, estamos ante las unidades más
profesionales de las que disponía el ejército español en aquellos momentos. Se
trata de unidades básicamente de infantería como los Regulares y la Legión, como
decíamos a estas unidades ya creadas debemos añadir la participación de entre
65.000 y 130.000 marroquíes. Según las
estimaciones de la mayoría de los historiadores, estos efectivos se encuadraron
básicamente también en unidades de infantería, como los Tiradores del Rif o los
Fusileros de Ifni entre otros, también se formaron algunas unidades de
caballería, se trata generalmente de unidades provisionales pero muy efectivas,
estas unidades se nutren de marroquíes provenientes de las Cabilas o tribus del
Rif y de Sidi Ifni. No obstante, también hubo una minoría que apoyó a la
República, en total fueron unos 1.000 musulmanes que se integraron dentro de
las Brigadas Internacionales, la mayoría de estos musulmanes no provenían de
Marruecos.
En esta locura colectiva nos faltan
los actores principales, el ejército de la República y el ejército de los sublevados,
aproximadamente unos 800.000 efectivos cada bando, a estos efectivos hay que
sumar los reemplazos que se fueron realizando a lo largo de la contienda, por cada
bando en las zonas que controlaba, llegando a unos 1.750.000 efectivos en el
bando republicano y 1.250.000 en el bando sublevado. Hay que recordar que en la
España de 1936 habían aproximadamente unos 24.693.000 habitantes, de los cuales
los hombres representaban el 48.8 % del
total, lo que supone que un tercio de los hombres intervinieron directamente en
la contienda.
Ahora que ya tenemos los papeles
repartidos y a todos los actores en escena, podemos empezar a contestar a la
pregunta inicial. Una de las tesis más aceptadas por la mayoría de los
historiadores indica qué lo que motivó el apoyo de los marroquíes al bando
sublevado, fue una exigua paga de 4 pesetas por día, esa paga aliviaba la mala
situación económica por la que atravesaba el Protectorado, además, estaba la
promesa de botín realizada por parte de la administración militar colonial. De
hecho, Franco les hizo esta promesa que nunca cumplió “¡Volveréis a vuestros
pueblos con babuchas de oro!”.
Pero realmente fue la paga y el
botín, si atendemos a los antecedentes de enfrentamientos continuos que hubo entre
las tropas españolas y las tribus rifeñas, esto parece poco probable, aún
suponiendo que esos fueran los motivos, cómo es posible que en tal solo cuatro
años se forje un apoyo tan decidido por parte de las tribus a los sublevados. Por
otra parte, cómo se consiguió la connivencia o el consentimiento tácito o por
omisión del Sultán y de sus asesores, para que los sublevados pudieran disponer
de sus súbditos y del control del territorio, cuando además sabemos que una gran
parte de los cadíes rifeños estaban en contra de este apoyo, porque entendían,
con buen criterio y con argumentos religiosos, que los musulmanes no debían
intervenir en un conflicto entre cristianos. Además, será la circunstancia de
que un conflicto de estas características los situaba en una posición perfecta
para recuperar el control sobre sus territorios, y por último, los sublevados
obviaron informar a Francia de los movimientos militares que tenían previstos como
era preceptivo de acuerdo con los protocolos del Acuerdo Hispano-Francés y de
la Conferencia de Algeciras, pero también es verdad que Francia en aplicación
de sus política de no intervención miró hacía otra parte ante los movimiento de
tropas que se estaban produciendo. Esta situación tan favorable se traducía de
hecho en facilidades y en una falta total de hostigamiento por parte de tribus
locales a los sublevados, aspecto que favoreció que los mandos militares y sus
aliados pudiesen organizar sin ningún contratiempo el complicado paso del
estrecho del grueso del ejercito de África, y así llevar a cabo la primera de
las fases del alzamiento, ya que se trataba de una operación compleja y
arriesgada.
Está claro que algo no se hizo bien en las políticas que se
aplicaron en el Protectorado con la llegada de la República y de los primeros gobiernos
republicano-socialistas. El posicionamiento político de los distintos partidos
de izquierdas, en lo referente al Marruecos español, durante los años
anteriores a la proclamación de la II República, había sido muy crítico y había
mantenido una posición clara de enfrentamiento continuo a las políticas y a los
gobiernos de Alfonso XIII y de la Dictadura Primo de Rivera. Este
posicionamiento se plasmó en movilizaciones en contra de la participación de
soldados españoles en la aventura colonial del ejército y de las clases altas,
el caso más claro fue el de la “Semana Trágica de Barcelona” (1909). Analicemos
pues cuales fueron esas políticas que se implementaron o no por estos gobiernos
causando esos efectos tan negativos de desafección entre las élites y los
nativos del Protectorado, una desafección que acabó con el apoyo sin fisuras a
los sublevados. La verdad es que la llegada de la República y el acceso al
poder del primer gobierno había suscitado unas enormes expectativas de
autodeterminación y autonomía en los movimientos nacionalistas del Protectorado,
porque ese sentimiento y esas políticas estaban en el ADN de todos los partidos
de izquierdas, prueba de ello es que los gobiernos de la República consienten
la actividad de los movimientos nacionalistas. Tal y como escribe Mª Rosa de
Madariaga “Tetuán se convirtió en un punto focal de la propaganda nacionalista
marroquí durante la década de los años treinta. Todos los periódicos árabes,
procedentes del Oriente Próximo, se podían encontrar allí, mientras que estaban
prohibidos en la zona francesa del Protectorado. Los nacionalistas marroquíes
podían con suma libertad expresar sus opiniones".
Esta nueva forma de hacer y entender la política debería
haber tenido un claro reflejo en el diseño de la nueva estructura
administrativa que la República implementó en los territorios del Protectorado.
En cambio la estructura que se diseñó era muy similar a la que se había
implantado durante la Dictadura de Primo de Rivera. Aunque sí se introdujeron algunos
cambios que ponen de relieve la visión que los nuevos gobiernos de la República
tenían sobre estos territorios. Uno de esos cambios fue la equiparación del
estatus de la Policía Jerifiana al estatus de la Guardia Civil, aunque en un
primer momento parece un cambio muy sutil, realmente era una forma de recortar
el poder de los militares en la zona, sin que estos cambios afectaran a la pacificación
del territorio y a la vez que ponen de manifiesto la sensibilidad que la
República tenía sobre el Protectorado. Muchas de estas políticas se encontraron
con un grave problema, plasmar en un documento la visión que la República tenía
sobre qué papel debía desempeñar España en el Protectorado y en la escena
internacional. Existían dos visiones una más continuista, que ejercen las
fuerzas centristas que apoyaban al Presidente de la República Niceto
Alcalá-Zamora, y otra más rupturista que mantienen los partidos de la izquierda
encabezados por el Psoe, que apoyaban la figura de Manuel Azaña. Estas diferencias hacen que en general los
gobiernos republicanos mantengan unas políticas totalmente continuistas
respecto de la presencia española en el Protectorado, porque la prioridad tanto
de unos como de otros estaba centrada en mantener el control dentro de la
península. Además, las reformas que se implantasen no debían estar en contra de
los acuerdos de la Conferencia de Algeciras y que como consecuencia de estas
políticas pudiera verse modificado el “status quo” internacional. No obstante,
esa nueva forma de hacer política queda claramente reflejada en la reunión que en
junio de 1931 mantiene el Presidente Alcalá Zamora con una comisión de
nacionalistas musulmanes procedentes de Tetuán, donde le transmiten una serie
de propuestas de cambios que se deberían acometer en la zona del protectorado
bajo control español con el objetivo de mejorar la vida de los nativos, entre
otras. la LIBERTAD PARA LA PRENSA MUSULMANA, hasta ese momento no existe ningún
periódico en la zona; la creación de un CONSEJO CONSULTIVO, que diese voz a los
nativos ante cualquier iniciativa que se fuese a implantar en el protectorado;
la posibilidad tener REPRESENTACIÓN MUSULMANA en el Parlamento, para defender
los intereses de los nativos del Protectorado; fijar en los presupuestos las
cantidades suficientes para la protección de la ENSEÑANZA, y facilitar a los
pequeños agricultores el ACCESO A LA CAJA DEL PRÉSTAMO AGRÍCOLA. Pero las
demandas de los sectores nacionalistas no fueron atendidas debido a la falta de
claridad en las políticas del Protectorado, lo que desemboca en el otoño de
1932 en una serie de protestas en Tetuán y la lectura de un manifiesto pidiendo
elecciones municipales libres, libertad de prensa y la creación del Consejo
Superior. Con la excepción de la libertad de prensa, el resto de
reivindicaciones nuevamente fueron desatendidas por los gobiernos de Manuel
Azaña. Por el contrario algunos temas muy puntuales escaparon a esta política
de inmovilismo, como fue el Estatuto de la Enseñanza Religiosa de octubre de
1935. Este estatuto reguló la enseñanza religiosa islámica de la escuela Medersa
Lucax de Tetuán, la más importante del Protectorado. A través de esta ley se equiparaba
el sistema de enseñanza religiosa del protectorado al de la enseñanza religiosa
en la península, pero manteniendo siempre el respeto a sus peculiaridades.
Además., se retomaron antiguos proyectos de infraestructuras muy necesarias en
la zona, como es el caso de la carretera Tetuán – Xauén (El Aaiún).
A la frustración generada en los sectores más nacionalistas
del Protectorado se sumó una política de nombramientos totalmente continuista y
nada acorde con las políticas que teóricamente se querían implantar. Estos
nombramientos, dejaron claro desde el primer momento el continuismo político de
la República con respecto del Protectorado manteniendo al General Francisco Gómez-Jordana
como Alto Comisario. Tras su renuncia para irse al exilio con Alfonso XIII y con
el nombramiento de su sustituto el General africanista José Sanjurjo “Marques
del Rif”. Entre sus primeras decisiones estuvo la de declarar la ley marcial, demostrando
su falta de mentalidad aperturista y de acatamiento a las políticas del
gobierno. De esa forma de reafirmó su continuismo con las políticas de mano
dura que habían llevado a cabo los militares en las colonias. La argumentación
de los africanistas respecto al Protectorado era clara, el General Sanjurjo fue
su máximo exponente, para los militares africanistas aquellos territorios
correspondían al Ejército español y no a España; porque ellos como más tarde
argumentaría Franco "había adquirido aquellas tierras con la más cara
moneda, la propia sangre". Las consecuencias de su política de mano
dura en asuntos como la huelga de los trabajadores marroquíes del servicio de
agua de Tetuán, por sus demandas de equiparación laboral, boicoteando las promesas
que había realizado Largo Caballero a lo los propios trabajadores, son muy
claras y quedan de manifiesto en las palabras del propio General al referirse a
este conflicto "Marruecos no es España. No puede ser como España, teatro
de luchas políticas. Hoy, afortunadamente, los moros no tienen armas, pero esa
no es una garantía bastante de que no se promoverá un verdadero estado de
guerra. No puede haber más de una política: autoridad y justicia por parte de
protector, sumisión y orden por parte del protegido". Esta forma
paternalista y dictatorial de aplicar las leyes y reformas, lastra y dinamita
toda la credibilidad de los gobiernos de la República. Entre 1931 y 1933 se
nombra por parte de la República al primer civil como Alto Comisionado Luciano
López Ferrer, se trata de un político que ya había ostentado ese cargo de forma
interina en 1921, pero llama la atención que el primer civil nombrado por la
República sea un monárquico quien se alinea con el Partido Radical de Lerroux y
cuando estalla el alzamiento militar se alinea con los sublevados. A éste le
sustituyó otro civil (1933-1934) Juan Moles el único comisario de ideología
republicana, quien volvió a ocupar el cargo al ganar las elecciones el Frente
Popular. El resto de Altos Comisionados
eran militares de carrera, con la excepción Manuel Rico Avello miembro del
Partido Reformista durante el Bienio Radical-Cedista.
Ahora que tenemos más elementos que nos permiten entender la
complejidad de la contestación a la cuestión que nos planteaba la pregunta
inicial, la primera de las afirmaciones es que los gobiernos republicano-socialistas
cometieron demasiados errores a la hora de marcar la hoja de ruta en las
políticas que se querían implantar en el Protectorado. Además, para mí el principal de esos errores fue la
falta de acierto a la hora de escoger a los Altos Comisionados, máximos
representantes de la República en el Protectorado, que como hemos visto la
mayoría eran militares africanistas. Únicamente se nombraron tres civiles para
este cargo y únicamente uno de ellos con un perfil político de centro izquierda.
La consecuencia de estos nombramientos fue muy clara, dinamitaron toda la
credibilidad y en muchos casos impidieron que las reformas se pudieran aplicar,
lo que generó una gran frustración entre los sectores más nacionalistas del
Protectorado. Si a todo esto le añadimos que la zona estaba atravesando una
grave situación económica, comprenderemos la desafección total hacia la
República y lo que representaba. En ese momento fue determinante la gran ayuda
económica que recibieron los sublevados por parte de la potencias del Eje, para
conseguir que la paga de 4 pesetas día y la promesa de botín que la
administración militar les hizo, consiguieran que este colectivo tomara partido
y se alistaran en las filas de los sublevados.
Queda un punto que en la
actualidad no está nada claro, el papel que jugó el Sultán y los Cadíes rifeños
en la connivencia o el consentimiento tácito o por omisión que ofrecieron a los
sublevados. Mi pregunta en este sentido es clara ¿Cómo o con que se compraron
estas voluntades?.