domingo, 26 de abril de 2020

¡QUE VIENEN LOS MOROS!


¿Por qué algunos nativos de las cabilas del protectorado español en Marruecos apoyaron de una forma clara el levantamiento militar contra de la República?
لماذا دعم بعض سكان المحمية الإسبانية في المغرب بوضوح الانتفاضة العسكرية ضد الجمهورية؟

Antes de entrar en el fondo de la cuestión que nos plantea la pregunta, debemos empezar por dejar claros algunos puntos, ya que como podremos ver nos vamos encontrar ante una cuestión que tiene muchos ángulos que inciden en su análisis y condicionan la respuesta.
Lo primero es que debe quedar claro que la guerra civil fue la consecuencia del fracaso de un golpe de estado contra el gobierno legítimo de la República. Algunos lo denominarán como sublevación, asonada o levantamiento militar, pero realmente se trataba de un golpe de estado, una forma muy habitual de cambiar el sistema de gobierno durante el siglo XIX y principios del XX en España, un golpe de estado orquestado por la cúpula militar africanista y tradicionalista. Codo con codo con estos militares estaban la mayoría de los partidos que componían la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), Falange Española de las JONS y Comunión Tradicionalista “Requetés”, que contaban con la financiación de la banca y las grandes fortunas españolas, además de la inestimable colaboración de las potencias Europeas del EJE. Los partidos políticos de las derechas y monárquicos que dan soporte a los sublevados, tomaron la decisión de que la única posibilidad de resolver los graves problemas que acucian a España, era a través del aniquilamiento/destrucción del adversario político/enemigo y elevar a su máximo exponente  el odio ideológico y el abandono de la dialéctica política, porque no olvidemos que en este conflicto se enfrentaban “LAS DOS ESPAÑAS”, dos formas de entender la política y la vida, de una parte encontramos defendiendo valores como la libertad, la democracia y el laicismo a los colectivos que dan soporte y defienden al gobierno legítimo y a la República, de la otra parte encontramos a los sublevados que defienden los valores de las tradiciones más rancias e inmovilistas de la España más casposa, la uniformidad y la nueva forma de hacer política que se estaba imponiendo en Europa, los totalitarismos de corte nacionalista/fascistas, que con la victoria final de los sublevados, desembocaron en la dictadura de Franco, que como ella misma se definió de carácter Nacional/catolicismo.
La segunda cuestión, y no menos importante de las cuestiones que deberíamos tener en cuenta sería la implicación o no implicación de las potencias europeas y de otros colectivos, que tuvieron alguna o mucha incidencia en el enfrentamiento fratricida que ambos bandos llevaron a cabo a lo largo de la Guerra Civil española, para ello vamos a empezar por analizar a los contendientes y sus aliados, que intervinieron en el conflicto armado, dejaremos en un segundo término el paraguas de legitimidad que la Iglesia Católica otorgó a los sublevados al defender los valores católicos frente a los agnósticos y los ateos. Fueron las potencias del eje, Alemania e Italia, las que mantuvieron una posición claramente intervencionista a favor de los sublevados, esa posición la mantuvieron mucho antes de que se iniciara el conflicto el 17 – 18 de julio de 1936, estas potencias facilitaron todo tipo de apoyos logísticos y económicos a los sublevados, ya durante el conflicto además de estos apoyos, aportaron gran cantidad de material militar moderno y unidades militares completas bien preparadas y adiestradas, los efectivos que aportaron estas potencias durante el conflicto fueron aproximadamente de unos 20.000 alemanes y unos 80.000 italianos, a este gran contingente humano y material, debemos añadir los 8.000 voluntarios portugueses aportados por la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar. Cuando se inicia el conflicto bélico el gobierno del Frente Popular se encuentra prácticamente sin ningún apoyo exterior, ya que las potencias occidentales dan la espalda a la República, los gobiernos de las potencias occidentales entienden que este conflicto es únicamente un problema interno de España y que debe ser España quien lo solucione y como consecuencia acuerdan mantener unas políticas activas “DE NO INTERVENCIÓN”, aún a sabiendas de que los sublevados sí están recibiendo una importantísima ayuda por parte de Italia y Alemania, una consecuencia de la aplicación de estas políticas de no intervención, fue la aparición de un movimiento romántico de apoyo a la democracia y a la República conocidas “Las Brigadas Internacionales”. Los brigadistas fueron inicialmente la única ayuda exterior que recibió el gobierno legítimo, los historiadores no se ponen de acuerdo en las cifras, pero se estima que el número total de brigadistas estuvo entre 40.000 y 60.000, pero en lo que todos los historiadores coinciden es que en ningún momento de la guerra civil la cifra total de brigadistas que intervinieron en el conflicto, superaría la cifra de 20.000 efectivos. Este contingente se nutre básicamente de voluntarios franceses, aunque también encontramos de otras nacionalidades como ingleses, norteamericanos o polacos, hasta un total de 50 nacionalidades diferentes, coordinar esta amalgama de nacionalidades y convertirlos en unidades militares efectivas no fue tarea nada fácil, si a todos estos inconvenientes  añadimos la falta de tiempo que tuvieron los militares fieles al gobierno, se podría explicar algunos de los problemas que tuvieron estas unidades. Cuando ya el conflicto estaba más avanzado llegó la única ayuda importante desde el plano económico y del material militar que recibió el gobierno de la II República, esta ayuda procede de la URSS, que además aportó entre 3.000 y 5.000 militares.
La tercera de las cuestiones que no debemos obviar es la religiosa, aunque en este momento no la vamos a analizar en profundidad, recordemos que los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes, han sido constantes y muy sangrientos desde hace bastantes siglos, ya que ambas creencias religiosas se han impuesto a sangre y fuego, con el fin de afianzar y consolidar sus afanes expansionistas, en los distintos territorios que controlaban de Europa, África y Asia, ambas confesiones religiosas entienden la vida desde un punto de vista totalmente excluyente del que es diferente no solo a nivel religioso, en muchos momentos y lugares se llegó al exterminio total del contrario. Pero si debemos analizar cuál fue la posición mantenida por España tras la finalización de la Reconquista, con la caída del Reino Nazarí de Granada en 1496 hasta el inicio del conflicto armado. Con el fin de defender el territorio peninsular el Reino de las Españas y el Reino de Portugal ocuparon una serie de plazas y puntos estratégicos en el norte de África, para el análisis de este asunto únicamente nos ocuparemos de las plazas que se encuentran en el territorio marroquí y que posteriormente formaron parte del Protectorado y de las colonias españolas en África. Melilla fue primera de estas plazas que ocupó España que se remonta al mismo 1496, en el caso de Ceuta la ocupación se realizó por el Reino de Portugal y se remonta a 1415, Ceuta y otras plazas de la zona atlántica de África pasaron a la Corona de España bajo el reinado de Felipe II. A lo largo de los siglos XV al XIX se producen constantes enfrentamientos entre las Cabilas o tribus bajo el poder del Sultán de Marruecos y España por el control de las plazas y los territorios, como consecuencia de estos enfrentamientos España va realizando una ocupación efectiva sobre más ciudades y zonas de influencia como Tetuán, Agadir, Tánger o sobre territorios como el Sahara Occidental, Sidi Ifni o Cabo Juby, además de un sinfín de islas, islotes y peñones con el fin de garantizarse una defensa efectiva. En 1860 se firma el Tratado de paz y amistad entre Marruecos y España, el cual solo garantizó una paz relativa y corta, ya que durante lo que queda del siglo XIX y principios del XX la debilidad del Sultanato Marroquí va en aumento, llegando al extremo de tener que solicitar la intervención de las potencias europeas (Francia, Inglaterra, Alemania y España) para mantener y restaurar su poder sobre el territorio marroquí, esta dependencia de las potencias extranjeras obliga finalmente al Sultán a firmar los acuerdos de protectorado sobre el territorio marroquí. España en un principio no toma parte de este juego de alianzas, estratégico / coloniales, pero a finales del siglo XIX tras la I Guerra del Rif (1893-94) y tras la pérdida de las últimas colonias de ultramar (Cuba y Filipinas - 1898), el espíritu de grandeza del colonialismo español se encuentre huérfano, es por eso que El Rey Alfonso XIII y sus gobiernos, tan conservadores como liberales, ven en estos territorios del norte de Marruecos, una opción perfecta para recobrar el prestigio como potencia colonizadora y como nación, al mismo tiempo que se rescata el prestigio del ejército y porque no del propio Rey y de la Constitución, es por ello que en 1904 se firma el Convenio Hispano francés, con el beneplácito de Reino Unido, por el que se realiza el reparto del territorio Marroquí. Posteriormente en 1906 se celebra la Conferencia Internacional de Algeciras, entre las grandes potencias europeas ambos hechos le otorgan la legitimidad necesaria a la ocupación del territorio por parte de España y apoyan la implantación del Protectorado (1912). Pero la ocupación efectiva del territorio y la puesta en marcha del Protectorado no hacen desaparecer el conflicto, de hecho hasta 1927 no se consigue la total pacificación en el Protectorado.

El último elemento que debemos tener en cuenta es el de los musulmanes que intervinieron en el conflicto, qué hechos motivaron la intervención de una gran cantidad de magrebíes básicamente del Protectorado, los denominados moros, qué motivó que este colectivo interviniera en un conflicto de ámbito nacional. Este conflicto también contenía todos los ingredientes de una confrontación internacional, ya que se ensayaron, aunque a pequeña escala, algunas de las tácticas de las que se utilizaran en el futuro gran conflicto mundial. Este contingente humano tomó partido por uno de los bandos y pasó a formar parte del denominado Ejército de África, compuesto por unos 75.000 efectivos, estamos ante las unidades más profesionales de las que disponía el ejército español en aquellos momentos. Se trata de unidades básicamente de infantería como los Regulares y la Legión, como decíamos a estas unidades ya creadas debemos añadir la participación de entre 65.000 y 130.000  marroquíes. Según las estimaciones de la mayoría de los historiadores, estos efectivos se encuadraron básicamente también en unidades de infantería, como los Tiradores del Rif o los Fusileros de Ifni entre otros, también se formaron algunas unidades de caballería, se trata generalmente de unidades provisionales pero muy efectivas, estas unidades se nutren de marroquíes provenientes de las Cabilas o tribus del Rif y de Sidi Ifni. No obstante, también hubo una minoría que apoyó a la República, en total fueron unos 1.000 musulmanes que se integraron dentro de las Brigadas Internacionales, la mayoría de estos musulmanes no provenían de Marruecos.
En esta locura colectiva nos faltan los actores principales, el ejército de la República y el ejército de los sublevados, aproximadamente unos 800.000 efectivos cada bando, a estos efectivos hay que sumar los reemplazos que se fueron realizando a lo largo de la contienda, por cada bando en las zonas que controlaba, llegando a unos 1.750.000 efectivos en el bando republicano y 1.250.000 en el bando sublevado. Hay que recordar que en la España de 1936 habían aproximadamente unos 24.693.000 habitantes, de los cuales los hombres representaban el  48.8 % del total, lo que supone que un tercio de los hombres intervinieron directamente en la contienda.
Ahora que ya tenemos los papeles repartidos y a todos los actores en escena, podemos empezar a contestar a la pregunta inicial. Una de las tesis más aceptadas por la mayoría de los historiadores indica qué lo que motivó el apoyo de los marroquíes al bando sublevado, fue una exigua paga de 4 pesetas por día, esa paga aliviaba la mala situación económica por la que atravesaba el Protectorado, además, estaba la promesa de botín realizada por parte de la administración militar colonial. De hecho, Franco les hizo esta promesa que nunca cumplió “¡Volveréis a vuestros pueblos con babuchas de oro!”.

Pero realmente fue la paga y el botín, si atendemos a los antecedentes de enfrentamientos continuos que hubo entre las tropas españolas y las tribus rifeñas, esto parece poco probable, aún suponiendo que esos fueran los motivos, cómo es posible que en tal solo cuatro años se forje un apoyo tan decidido por parte de las tribus a los sublevados. Por otra parte, cómo se consiguió la connivencia o el consentimiento tácito o por omisión del Sultán y de sus asesores, para que los sublevados pudieran disponer de sus súbditos y del control del territorio, cuando además sabemos que una gran parte de los cadíes rifeños estaban en contra de este apoyo, porque entendían, con buen criterio y con argumentos religiosos, que los musulmanes no debían intervenir en un conflicto entre cristianos. Además, será la circunstancia de que un conflicto de estas características los situaba en una posición perfecta para recuperar el control sobre sus territorios, y por último, los sublevados obviaron informar a Francia de los movimientos militares que tenían previstos como era preceptivo de acuerdo con los protocolos del Acuerdo Hispano-Francés y de la Conferencia de Algeciras, pero también es verdad que Francia en aplicación de sus política de no intervención miró hacía otra parte ante los movimiento de tropas que se estaban produciendo. Esta situación tan favorable se traducía de hecho en facilidades y en una falta total de hostigamiento por parte de tribus locales a los sublevados, aspecto que favoreció que los mandos militares y sus aliados pudiesen organizar sin ningún contratiempo el complicado paso del estrecho del grueso del ejercito de África, y así llevar a cabo la primera de las fases del alzamiento, ya que se trataba de una operación compleja y arriesgada.
Está claro que algo no se hizo bien en las políticas que se aplicaron en el Protectorado con la llegada de la República y de los primeros gobiernos republicano-socialistas. El posicionamiento político de los distintos partidos de izquierdas, en lo referente al Marruecos español, durante los años anteriores a la proclamación de la II República, había sido muy crítico y había mantenido una posición clara de enfrentamiento continuo a las políticas y a los gobiernos de Alfonso XIII y de la Dictadura Primo de Rivera. Este posicionamiento se plasmó en movilizaciones en contra de la participación de soldados españoles en la aventura colonial del ejército y de las clases altas, el caso más claro fue el de la “Semana Trágica de Barcelona” (1909). Analicemos pues cuales fueron esas políticas que se implementaron o no por estos gobiernos causando esos efectos tan negativos de desafección entre las élites y los nativos del Protectorado, una desafección que acabó con el apoyo sin fisuras a los sublevados. La verdad es que la llegada de la República y el acceso al poder del primer gobierno había suscitado unas enormes expectativas de autodeterminación y autonomía en los movimientos nacionalistas del Protectorado, porque ese sentimiento y esas políticas estaban en el ADN de todos los partidos de izquierdas, prueba de ello es que los gobiernos de la República consienten la actividad de los movimientos nacionalistas. Tal y como escribe Mª Rosa de Madariaga “Tetuán se convirtió en un punto focal de la propaganda nacionalista marroquí durante la década de los años treinta. Todos los periódicos árabes, procedentes del Oriente Próximo, se podían encontrar allí, mientras que estaban prohibidos en la zona francesa del Protectorado. Los nacionalistas marroquíes podían con suma libertad expresar sus opiniones".
Esta nueva forma de hacer y entender la política debería haber tenido un claro reflejo en el diseño de la nueva estructura administrativa que la República implementó en los territorios del Protectorado. En cambio la estructura que se diseñó era muy similar a la que se había implantado durante la Dictadura de Primo de Rivera. Aunque sí se introdujeron algunos cambios que ponen de relieve la visión que los nuevos gobiernos de la República tenían sobre estos territorios. Uno de esos cambios fue la equiparación del estatus de la Policía Jerifiana al estatus de la Guardia Civil, aunque en un primer momento parece un cambio muy sutil, realmente era una forma de recortar el poder de los militares en la zona, sin que estos cambios afectaran a la pacificación del territorio y a la vez que ponen de manifiesto la sensibilidad que la República tenía sobre el Protectorado. Muchas de estas políticas se encontraron con un grave problema, plasmar en un documento la visión que la República tenía sobre qué papel debía desempeñar España en el Protectorado y en la escena internacional. Existían dos visiones una más continuista, que ejercen las fuerzas centristas que apoyaban al Presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, y otra más rupturista que mantienen los partidos de la izquierda encabezados por el Psoe, que apoyaban la figura de Manuel Azaña.  Estas diferencias hacen que en general los gobiernos republicanos mantengan unas políticas totalmente continuistas respecto de la presencia española en el Protectorado, porque la prioridad tanto de unos como de otros estaba centrada en mantener el control dentro de la península. Además, las reformas que se implantasen no debían estar en contra de los acuerdos de la Conferencia de Algeciras y que como consecuencia de estas políticas pudiera verse modificado el “status quo” internacional. No obstante, esa nueva forma de hacer política queda claramente reflejada en la reunión que en junio de 1931 mantiene el Presidente Alcalá Zamora con una comisión de nacionalistas musulmanes procedentes de Tetuán, donde le transmiten una serie de propuestas de cambios que se deberían acometer en la zona del protectorado bajo control español con el objetivo de mejorar la vida de los nativos, entre otras. la LIBERTAD PARA LA PRENSA MUSULMANA, hasta ese momento no existe ningún periódico en la zona; la creación de un CONSEJO CONSULTIVO, que diese voz a los nativos ante cualquier iniciativa que se fuese a implantar en el protectorado; la posibilidad tener REPRESENTACIÓN MUSULMANA en el Parlamento, para defender los intereses de los nativos del Protectorado; fijar en los presupuestos las cantidades suficientes para la protección de la ENSEÑANZA, y facilitar a los pequeños agricultores el ACCESO A LA CAJA DEL PRÉSTAMO AGRÍCOLA. Pero las demandas de los sectores nacionalistas no fueron atendidas debido a la falta de claridad en las políticas del Protectorado, lo que desemboca en el otoño de 1932 en una serie de protestas en Tetuán y la lectura de un manifiesto pidiendo elecciones municipales libres, libertad de prensa y la creación del Consejo Superior. Con la excepción de la libertad de prensa, el resto de reivindicaciones nuevamente fueron desatendidas por los gobiernos de Manuel Azaña. Por el contrario algunos temas muy puntuales escaparon a esta política de inmovilismo, como fue el Estatuto de la Enseñanza Religiosa de octubre de 1935. Este estatuto reguló la enseñanza religiosa islámica de la escuela Medersa Lucax de Tetuán, la más importante del Protectorado. A través de esta ley se equiparaba el sistema de enseñanza religiosa del protectorado al de la enseñanza religiosa en la península, pero manteniendo siempre el respeto a sus peculiaridades. Además., se retomaron antiguos proyectos de infraestructuras muy necesarias en la zona, como es el caso de la carretera Tetuán – Xauén (El Aaiún).
A la frustración generada en los sectores más nacionalistas del Protectorado se sumó una política de nombramientos totalmente continuista y nada acorde con las políticas que teóricamente se querían implantar. Estos nombramientos, dejaron claro desde el primer momento el continuismo político de la República con respecto del Protectorado  manteniendo al General Francisco Gómez-Jordana como Alto Comisario. Tras su renuncia para irse al exilio con Alfonso XIII y con el nombramiento de su sustituto el General africanista José Sanjurjo “Marques del Rif”. Entre sus primeras decisiones estuvo la de declarar la ley marcial, demostrando su falta de mentalidad aperturista y de acatamiento a las políticas del gobierno. De esa forma de reafirmó su continuismo con las políticas de mano dura que habían llevado a cabo los militares en las colonias. La argumentación de los africanistas respecto al Protectorado era clara, el General Sanjurjo fue su máximo exponente, para los militares africanistas aquellos territorios correspondían al Ejército español y no a España; porque ellos como más tarde argumentaría Franco "había adquirido aquellas tierras con la más cara moneda, la propia sangre". Las consecuencias de su política de mano dura en asuntos como la huelga de los trabajadores marroquíes del servicio de agua de Tetuán, por sus demandas de equiparación laboral, boicoteando las promesas que había realizado Largo Caballero a lo los propios trabajadores, son muy claras y quedan de manifiesto en las palabras del propio General al referirse a este conflicto "Marruecos no es España. No puede ser como España, teatro de luchas políticas. Hoy, afortunadamente, los moros no tienen armas, pero esa no es una garantía bastante de que no se promoverá un verdadero estado de guerra. No puede haber más de una política: autoridad y justicia por parte de protector, sumisión y orden por parte del protegido". Esta forma paternalista y dictatorial de aplicar las leyes y reformas, lastra y dinamita toda la credibilidad de los gobiernos de la República. Entre 1931 y 1933 se nombra por parte de la República al primer civil como Alto Comisionado Luciano López Ferrer, se trata de un político que ya había ostentado ese cargo de forma interina en 1921, pero llama la atención que el primer civil nombrado por la República sea un monárquico quien se alinea con el Partido Radical de Lerroux y cuando estalla el alzamiento militar se alinea con los sublevados. A éste le sustituyó otro civil (1933-1934) Juan Moles el único comisario de ideología republicana, quien volvió a ocupar el cargo al ganar las elecciones el Frente Popular.  El resto de Altos Comisionados eran militares de carrera, con la excepción Manuel Rico Avello miembro del Partido Reformista durante el Bienio Radical-Cedista.

Ahora que tenemos más elementos que nos permiten entender la complejidad de la contestación a la cuestión que nos planteaba la pregunta inicial, la primera de las afirmaciones es que los gobiernos republicano-socialistas cometieron demasiados errores a la hora de marcar la hoja de ruta en las políticas que se querían implantar en el Protectorado. Además,  para mí el principal de esos errores fue la falta de acierto a la hora de escoger a los Altos Comisionados, máximos representantes de la República en el Protectorado, que como hemos visto la mayoría eran militares africanistas. Únicamente se nombraron tres civiles para este cargo y únicamente uno de ellos con un perfil político de centro izquierda. La consecuencia de estos nombramientos fue muy clara, dinamitaron toda la credibilidad y en muchos casos impidieron que las reformas se pudieran aplicar, lo que generó una gran frustración entre los sectores más nacionalistas del Protectorado. Si a todo esto le añadimos que la zona estaba atravesando una grave situación económica, comprenderemos la desafección total hacia la República y lo que representaba. En ese momento fue determinante la gran ayuda económica que recibieron los sublevados por parte de la potencias del Eje, para conseguir que la paga de 4 pesetas día y la promesa de botín que la administración militar les hizo, consiguieran que este colectivo tomara partido y se alistaran en las filas de los sublevados.

Queda un punto que en la actualidad no está nada claro, el papel que jugó el Sultán y los Cadíes rifeños en la connivencia o el consentimiento tácito o por omisión que ofrecieron a los sublevados. Mi pregunta en este sentido es clara ¿Cómo o con que se compraron estas voluntades?. 

SANT JERONI DE COTALBA