jueves, 8 de octubre de 2020

VALENCIA CIUDAD AMURALLADA (I)


LA MURALLA ROMANA

Valentia, denominación romana de la actual ciudad de Valencia se fundó en el siglo II  aproximadamente en el 143 a. C., el nombre de Valentia lo debemos buscar en el hecho de que los romanos la consideraran como “tierra de valientes”, la denominación corresponde al hecho de que el Cónsul romano Décimo Junio Brutus Galaico, licenció a sus legiones tras las guerras contra los lusitanos con “honesta misio” (honorable misión) y les concedió,  las tierras en la isla fluvial de Tyrin. En las referencias históricas a Valentia la denominaban como OPPIDUM, lugar fortificado, ciudad fortificada o campamento fortificado, al tratarse de un oppidum debió estar amurallada desde su creación, por lo que podemos datar la muralla de la misma época.

 

“Iunius Brutus cos. in Hispania iis qui sub Viriatho militaverant agros et oppidum dedit, quod vocatum est Valentia” (Junius Brutus. Había dado a los que habían servido bajo su mando contra Viriato, una ciudad en España, con sus campos, que se llamaba Valentia"

 

Era tal la importancia de Valentia como ciudad dentro del Imperio Romano que llego a acuñar su propia moneda. La primera referencia histórica conocida corresponde al cronista historiador romano Cayo Salustio (Amiternum 86 a.C. – Roma 34 a.C.), cuando narra una batalla de la primera de las guerras civiles de la República Romana entre Lucio Cornelio Sila y Cayo Mario, dicha batalla tuvo lugar en el 75 a.C. al pie de las murallas, donde las tropas de Pompeyo derrotaron a las de Sertorio.

".. inter laeva moenium et dexterum flumen Turiam, quod Valentiam parvo intervallo proeterfluit .." (entre las murallas a la izquierda y el río Turia a la derecha, a poca distancia de Valentia).

Este sería el trazado de la muralla si lo superponemos sobre el callejero actual, la muralla discurría hacia el este desde las torres de Serranos, por la calle del Conde de Trénor más a menos en paralelo al cauce del rio Turia hasta la calle Salvador/Viciana donde giraba hacia el sur, a través de la calle del Tosalet hasta el cruce de la calle Avellanas con Cabillers donde giraba hacia el oeste, cruzaba por la Plaza de la Reina, Calle de la Corregería hasta la calle Juristas, donde giraba hacia el norte hacía la calle de Caballeros por debajo de la torre nueva del Palau de la Generalitat por la calle Serranos hasta llegar nuevamente a las torres de Serranos.


Las murallas de la ciudad disponían de cuatro puertas de acceso y dos calles principales, tal y como era habitual en las ciudades romanas amuralladas. Las puertas se denominaban:

  • La Porta Septentrional o Saguntum (N) en dirección a Saguntum por donde transitaba la Vía Augusta de norte a sur.
  • La Porta Meridional o Sucronensis (S) en dirección a Sucro (Alzira o rio Jucar).
  • La porta del Mar (E) en los alrededores de la Iglesia de San Esteban
  • La Porta Celtibera (O) en los bajos de la torre del Palau de la Generalitat.

Actualmente se conservan muy pocos restos de esta muralla y sus puertas, tenemos constancia epigráfica (Corpus Inscriptionum Latinorum II2/14,33), restos arqueológicos podemos encontrar de la Porta Saguntina en las calles Salvador/Viciana una torre y parte del lienzo de la muralla.

De la Porta Sucronensis podemos encontrar restos debajo del edificio de la calle Avellanas 14.

También se han identificado algunos tramos de la fosa de la muralla que delimitaba el recinto, en el edificio entre calle Cabillers y plaza de la Reina, entre las calles Serranos y Conde de Trénor. Las dos calles principales que unían las cuatro puertas de la ciudad y a su vez la dividían en cuatro partes, son la que va de norte a sur la Cardo Maximus sobre el trazado de la Vía Augusta en el eje de las calles del Salvador y San Vicente Mártir y la de este a oeste la Decumanus Maximus en el eje de las calles Caballeros y la calle Vergara o la calle LLimera, estas calles convergían en la actual Plaza de la Almoina.

Tras la derrota de Sertorio en el año 75 a. C., Pompeyo arrasó la ciudad, y durante más de ochenta años la ciudad se mantuvo deshabitada.

En el año 5 d.C. ya en la época imperial se produce su refundación de Valentia como ciudad renaciendo de sus propias cenizas, recuperando su importancia y la capitalidad dentro del territorio, la ciudad vivió un periodo de esplendor, que se materializó con la construcción de un circo y un puerto fluvial junto a las Torres de Serrano, hacia el siglo II d.C. siendo emperador de origen hispano Publio Elio Adriano

Plano de la Valentia imperial

Las ciudades de la época imperial también se construían con sus murallas. Aunque cuando se refundo la ciudad de Valentia nos encontrábamos en un periodo muy estable desde el punto de vista militar y político, parece poco probable que una ciudad de tanta relevancia y riqueza, que además disponía de un puerto fluvial, no dispusiera de poderosas defensas por lo que entendemos que la ciudad estuvo amurallada desde su refundación. 

          1. Circo Romano
          2. Santuario de Bellona
          3. Puerto fluvial en la calle Serranos
          4. Termas ded l’ Almoina
          5.  Termas calle Micalet
          6. Termas Plaza de la Reina
          7. Termas calle Salvador
          8. L’ Almoina. Foro romano
          9. Templo del foro
          10. Basílica romana
          11. Santuario de Asklepios
          12. Km 0 cruce de Cardo y de Decumano en l’ Almoina



En la actualidad, solamente se ha podido analizar los cimientos de las murallas, pero reseñaremos las  técnicas de construcción que se utilizaban en ambas épocas, ya que los romanos perfeccionaron los distintos métodos de defensa de las ciudades aplicando nuevas técnicas.

  • La muralla de la época republicana estaría construida en tapial
    • El tapial, o tierra pisada, es un método de construcción que consiste en elaborar muros con tierra arcillosa húmeda, compactada a golpes con un pisón rellenando un encofrado con diferentes capas. El encofrado suele ser de madera, y en el proceso se van colocando dos maderas paralelas, entre las que se vierte tierra en capas de 10 o 15 cm, y se compacta a golpes con un pisón. Después se mueve el encofrado a otra posición contigua para seguir con el muro. Es frecuente la incorporación a la tierra de aditivos como paja o crin de caballo, que aportan una mayor estabilidad.
  • La muralla de la de época imperial estaría construida con sillares, ladrillos y hormigón romano.
    • Por lo general, consistían en dos paramentos paralelos de sillería -opus quadratum- de tamaño variable, y entre ellos un relleno de piedras e incluso de hormigón romano. Estas paredes exteriores, a veces tenían los sillares almohadillados, y estaban separadas por 4 m. como mínimo, llegando a los 10 m. en ocasiones excepcionales.

En ambos casos por delante de la muralla transcurriría un foso lo suficientemente profundo como para dificultar un posible ataque enemigo.